dissabte, 9 d’abril del 2011

EL PRIMER DÍA

Viernes, 3 de octubre de 1768

El capitán de navío de la Armada Española José María Espinoza vestía el uniforme reglamentario acorde con su rango en la armada. Durante dos interminables meses su Europa había estado atracado en un muelle para dar los últimos retoques al navío. El Europa era uno del los navíos de guerra mejor armado de su categoría, cosa que le restaba velocidad pero le otorgaba una gran potencia de fuego, no en vano poseía 126 cañones, una tripulación de 1071 hombres, una eslora de 220 pulgadas y un lastre de 20.000 quintales, lo que le permitía entablar batalla contra cualquier navío, la capacidad de carga del Europa permitía almacenar gran cantidad de víveres así como de armamento y otras cosas que obtuviesen durante su travesía. Era la primera vez que Espinoza capitaneaba un barco de tales características y debido a su experiencia, él era el indicado para dirigir el Europa.
Había llegado ya el momento de levar anclas, en poco menos de un par de horas el Europa habría abandonado la ciudad gaditana para dirigirse a mar abierto donde Espinoza se sentía en libertad. Se desplegó todo el velamen, desde la cangreja hasta el petifoque pasando por la vela mayor y la gavia. Una vez en alta mar Espinoza abandonó el castillo para dirigirse a su despacho no sin antes delegar todas las tareas a su segundo de abordo Juan Mendoza y al nostramo Luís de la Fuente. Mientras Mendoza marcaba el rumbo con el timón, de la Fuente controlaba a la tripulación que estaba de guardia en la cubierta del barco mientras el resto de la tripulación estaba asignada a una zona concreta del navío, o simplemente descansaba.
Espinoza entró en su despacho, éste estaba decorado con gran cantidad de cuadros que ilustraban batallas navales y diferentes escenas relacionadas con el mundo naval. En una esquina había un gran cuadro cubierto con una sábana para evitar que se estropease hasta que llegara el momento de descubrir que había en él. El centro de la sala lo presidía una gran mesa de caoba con una gran butaca donde Espinoza había pasado largas horas contemplando cartas de navegación.
Espinoza se sentó en la butaca y ante sí tenía encima de la mesa gran cantidad de mapas, las cartas de navegación, papeles sueltos, en una esquina una serie de libros y finalmente dos cosas que ocuparon casi toda la tarde del capitán, el cuaderno de bitácora y un sobre con las ordenes de su misión. Cogió el sobre y lo guardó en un cajón, ya lo abriría más tarde, abrió el cuaderno de bitácora y escribió en él lo más relevante del día y lo guardó; seguidamente se levantó, destapó el cuadro anteriormente mencionado y lo colgó en la pared, se sentó de nuevo en su butaca y contempló durante largo rato el cuadro. En aquel cuadro aparecían los padres de Espinoza, su hermano, el propio Espinoza, su mujer y el padre de ella. Entonces empezó a recordar su pasado.
Espinoza era ya un hombre curtido, relativamente joven al que el sol, el viento y la lluvia han castigado su rostro durante toda su vida, lo que le ha dado una expresión dura pero limpia y honesta a la vez, en definitiva, la mirada de los que no tienen nada que esconder. Espinoza nació en Valladolid en 1721 en el seno de una familia humilde que se ganaba la vida con el transporte marítimo, por lo tanto su padre lo instruyó transmitiéndole su pasión por el mar. Cuando Espinoza hubo alcanzado la edad necesaria se enroló en la marina para servir a su patria, en concreto en el navío Victoria y allí conoció a su mujer, María, que era hija del capitán Gutiérrez. María y Espinoza se enamoraron al poco tiempo, ya que la madre de María había muerto y solo le quedaba su padre. A Gutiérrez no le hacía mucha gracia la relación que había entre su hija y Espinoza, pero conforme iba pasando el tiempo, Espinoza se convirtió en el segundo de abordo del Victoria congeniando así con Gutiérrez y obteniendo la mano de María en matrimonio. La unión con María hizo que la reputación de Espinoza aumentara, ya que Gutiérrez era un hombre importante entre la marinería.
Un día, por desgracia, Gutiérrez pereció en una batalla hundiéndose con su Victoria y poco después murió María de una enfermedad. Ese cuadro era lo único que le quedaba de su familia, era el cuadro de su boda.
Al morir el padre de Espinoza, murió el ultimo lazo que lo unía a tierra y su nueva vida fue el mar ,obteniendo así el Europa. La única familia que le quedaba eran Mendoza y de la Fuente. El mar dará a cada hombre una nueva esperanza como el dormir le da sueño, esa frase fue la que un día su padre le dijo, cuanta razón tenia su padre -pensó Espinoza- toda su vida la había dedicado al mar y solamente cuando se encontraba bajo las estrellas, con el olor de la brisa marina, sentía una agradable sensación de comodidad y bienestar. 

navío

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